Hermosa historia o cuento corto de amor, El hombre que se convirtió en un gato para estar con el amor de su vida... El amor es el sentimiento más hermoso de este mundo, seguramente les gustará esta historia romántica.
Cuento de amor : El hombre que se convirtió en un gato
Érase una vez un hombre que estaba en una clínica veterinaria, observando los perros que vendían allí, cuando de pronto vio entrar a una mujer hermosa que llegó buscando ayuda porque su gatito estaba enfermo. A pesar de los esfuerzos no pudieron hacer nada, el gato murió de vejez pues ya hacía mucho tiempo que lo tenía. Ella salió llorando con el cuerpo de su gato, y el hombre trató de consolarla pero ella rápidamente se marchó.
Desde ese día no pudo olvidarla, no hacía sino pensar en esa chica, y días después se la encontró de nuevo en la panadería del barrio, la abordó y le preguntó como seguía, ella le dijo que mejor y quiso marcharse de inmediato. Se ofreció a acompañarla a su casa y ella a regañadientes se lo permitió; al despedirse le hizo una invitación a salir, pero ella incómoda y enojada le hizo saber que no quería salir con ningún hombre y le pidió que la dejara en paz.
Pasaron los días y él dejaba a su puerta chocolates y cartas expresando su atracción y el sentimiento que le profesaba junto con su número telefónico, por si ella se decidía aunque fuera a darle un saludo. Pero ella todo lo echó a la basura y lo llamó a decirle que no la molestara más.
El triste se sintió y esa noche se acostó nuevamente pensando en esa mujer que lo tenía loco, se quedó dormido deseando estar a su lado e imaginando como podría acercarse a ella.
A la mañana siguiente pasó algo increíble, se levantó convertido en un pequeño gato, y después de sobreponerse al terror de tal acontecimiento, se dio cuenta que podía acercarse a la chica de su vida pues a ella le gustaban estos animales .
Salió a la calle y cruzó por en medio del tráfico para salir al encuentro de su amada, casi fue atropellado; algunos quisieron tomarlo pero él como pudo se libró de ellos, corrió sin importar los riesgos y estando cerca de la casa de ella un perro se atravesó frente a él e impidió su paso, fue atacado y él como pudo luchó por su vida y por llegar hasta donde su princesa. En ese instante ella abrió la puerta al oír los ladridos y se apresuró a salvarlo de las fauces del canino.
Ella curó sus heridas y él no echó de ver el dolor que sentía, sólo estaba feliz pues al fin podía estar cerca de aquella bella dama. Tenerla cerca era extraordinario, sentirse así atendido por tan generosa mujer era algo maravilloso.
Le ofreció agua y alimentos y con cariño lo tomó en sus brazos. Le habló diciéndole que lo iba a amar tanto como al gatito que había perdido. Luego salió a su trabajo y él subió a la ventana y se quedó mirando hacia la calle esperando su regreso . Esa tarde cuando regresó de su trabajo se sentó a escribir, y él subió al escritorio a mirar lo que hacía. Atrevidamente leyó el diario donde su chica plasmaba sus sentires y se dio cuenta que ella expresaba lo especial que era con ella cierto chico, pero que su corazón estaba tan lastimado que ya no podía creer de nuevo en el amor. Entendió que se refería a él, bajó de la mesa y frotó su cuerpo contra la pierna de ella.
Ella dejó de escribir y oh sorpresa, se quitó la ropa en la libertad de su hogar y paseó por la casa sólo cubierta por la diminuta tanga que llevaba puesta.
El pobre quedó estupefacto al ver tanta belleza delante de sus ojos, y no pudo evitar deleitar la mirada admirando tan precioso cuerpo femenino.
Ella lo miró y se sorprendió al ver cómo la miraba, pues parecía que sus ojos se le iban a salir. Tal sería la dicha de este hombre cuando el amor de su vida lo cargó y lo acunó en sus brazos cerca de sus senos descubiertos. Luego lo bajó y fue a la ducha a darse un baño, mientras él asimilaba todo aquello.
Esa noche durmió en un cojín en la habitación de su cuidadora y no hizo sino mirar toda la noche hacia la cama de ella, deseando convertirse no sólo en su compañero de cama sino aún más en su compañero de vida.
Al otro día ella lo saludó y salió temprano hacía su trabajo. Volvió de nuevo en la tarde y escribió en su diario. Él no hacía sino acariciarla con su cuerpo, buscar su atención y que ella lo subiera a sus piernas para sentir sus dedos acariciando su cabeza.
Pasaron varios días y el hombre hecho gatito no hacía sino hacerle gestos de amor y de cariño a su protectora, ella le tomó un cariño especial pero no entendía por qué la miraba de una manera tan extraña.
La mujer sintió consuelo después de la pérdida de su viejo gato y no hacía sino hacerle caricias a su nuevo visitante.
Esa noche se desnudó frente a su gato, tomó un baño y luego usando solo su tanga como acostumbraba se sentó a escribir de nuevo. Luego se retiró y fue hasta la cocina a beber algo mientras su minino leía lo que ella había escrito, y pudo leer que ella extrañaba la atención de aquel hombre, del cual hacía días no sabía nada. Y que en el fondo deseaba darle una oportunidad, sólo que el temor a sufrir de nuevo no se lo permitía.
De pronto ella entró y lo quitó de la mesa y lo llevó a su cama. Esa noche él tuvo la dicha de dormir a su lado, se acercó y lamió su mejilla y ella sonriendo lo acostó cerca a su pecho. Se durmió felizmente sintiendo aquella piel suave y esperando tener la oportunidad de convertirse en el hombre de su vida.
Al otro día un grito horrendo le despertó, era su chica que espantada gritaba porque un hombre desnudo a su lado amaneció; él como pudo se cubrió y le explicó su increíble odisea. Ella casi loca no tuvo más remedio que creerle al ver que su mirada era idéntica a la de quien hasta la noche anterior había sido su gato.
Lo echó de su casa sólo cubierto con una sábana y él avergonzado huyó.
Días después el hombre recibió una llamada de su amada chica, donde lo invitó a su casa para conversar. Ella le expresó sus miedos y también lo escuchó, el también era un alma herida ansioso de hallar el amor de su vida, el dolor los golpeó, pero el amor los unió.
Juntos se ayudaron a reparar los trozos partidos de sus corazones, con el único pegamento que podía restaurarlos: El amor.
Unieron sus vidas en una sola y se amaron sin medida. Ahora en las noches él acostumbra dormir acomodado en sus brazos, como antes lo hacía cuando era su gato.
Autor ; Antonio Jiménez